sábado, 1 de junio de 2013

Temas de niño grande I

Debo confesar que me aburría al escuchar conversaciones acerca de cuestiones laborales, sociedades de trabajadores, sindicatos, cuerpos médicos y no entendía el porqué de huelgas y paros. No es mi estilo. Pero, ¿qué impulsa a una persona a salir de su cubículo, abandonar su tractor, dejar solitos a sus chanchos, dejar sin clases a los chibolos del “Melitón Carvajal” o descuidar atenciones de salud en Hospitales del estado para reclamar?

Hay toda una historia de dimes, memos, cartas, juntas y diretes antes del cacerolazo, el “si no hay solución…” y los calatos encadenados. Hay centros laborales (en los que no necesariamente trabajo y en los que no necesariamente atropellan a su personal) que por desconocimiento, flojera, falta de experticia, hartazgo laboral o simplemente incompetencia, manejan sus recursos humanos con una peculiar estrategia dirigida a lo criollo. Más que tomar chicha, tronar cucharas, y comer carapulcra en olla de barro. No hay logística. En serio, no ubico en mi mapa a la oficina de logística (del centro donde no necesariamente trabajo).

Hay instituciones en nuestro país y en el mundo que son archi famosas. Si vas a comprarte un reloj y tienes que escoger entre uno suizo vs. uno australiano… pues por más que te gusten los canguros, escogerías el suizo. Vivan los neutrales. Toda variación del chocolate “Snickers” es espectacular. Todos se sorprenden si pierde Boca Juniors en Argentina. Pero todo momento de gloria tiene su límite. Toda “era de oro” llega a su fin. Y duele vivirlo. Duele estar en una institución, rodeado de personas realmente valiosas, que conocen el pasado honorable y de altísima reputación, y ver como decae. Y no es porque falte plata, ni porque hubo un Tsunami y menos por cambios políticos drásticos. Nones. Hay diarrea de valores. Incoercible, progresiva y letal. Por ello es que la “fuga de talentos” que sufre este centro laboral (en el que no necesariamente trabajo, al que expresamente adoro y al que no desearía abandonar nunca) va a continuar. “Ya no nos tratan bien”.

Basta de pataleta. Carajo, depende de mí. Hay sangre joven que puede revertir este y cualquier problema. En cualquier institución, depende del personal. Del granito de arena.

“Lo que se da en lo grande, se da en lo chico”, dijo mi ídolo. Si tomamos a las empresas como un organismo sujeto a leyes de entornos, nichos y homeostasis, asumimos entonces que si el Dr. Runzer, el lateral izquierdo, el soprano, la recepcionista, el regidor, la mitocondria, el monaguillo o cualquier unidad parte/todo funciona bien, probablemente engrane en sistemas que hagan que oficinas caminen en el sentido correcto, favoreciendo la performance del todo, llamado empresa. (o centro laboral al que no necesariamente pertenezco)

Hagan berrinche. Háganse notar innovando. No imiten lo bueno, supérenlo.

Devolvámosle el lugar alto en el podio a esos buques que están por naufragar.
Hagan berrinche, demuestren cuál es el problema. Pero den una solución.


Trolling around:

-Doctor, le llegaron dos memorándums.
-¿Qué dicen?
-En uno le reclaman las múltiples quejas de los pacientes por la falta de citas, doctor.
-¿Y en el otro?
-No aceptaron contratar más médicos.

Mi vida. 2013. Renegué.

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