Hay toda
una historia de dimes, memos, cartas, juntas y diretes antes del cacerolazo, el “si no hay solución…” y
los calatos encadenados. Hay centros laborales (en los que no necesariamente
trabajo y en los que no necesariamente atropellan a su personal) que por desconocimiento,
flojera, falta de experticia, hartazgo laboral o simplemente incompetencia,
manejan sus recursos humanos con una peculiar estrategia dirigida a lo criollo.
Más que tomar chicha, tronar cucharas, y
comer carapulcra en olla de barro. No hay logística. En serio, no ubico en
mi mapa a la oficina de logística (del centro donde no necesariamente trabajo).
Hay
instituciones en nuestro país y en el mundo que son archi famosas. Si vas a comprarte un reloj y tienes que escoger
entre uno suizo vs. uno australiano… pues por más que te gusten los canguros,
escogerías el suizo. Vivan los neutrales.
Toda variación del chocolate “Snickers” es espectacular. Todos se sorprenden si
pierde Boca Juniors en Argentina.
Pero todo momento de gloria tiene su límite. Toda “era de oro” llega a su fin.
Y duele vivirlo. Duele estar en una institución, rodeado de personas realmente
valiosas, que conocen el pasado honorable y de altísima reputación, y ver como
decae. Y no es porque falte plata, ni porque hubo un Tsunami y menos por cambios políticos drásticos. Nones. Hay diarrea de valores.
Incoercible, progresiva y letal. Por ello es que la “fuga de talentos” que
sufre este centro laboral (en el que no necesariamente trabajo, al que
expresamente adoro y al que no desearía abandonar nunca) va a continuar. “Ya no
nos tratan bien”.
Basta de pataleta.
Carajo, depende de mí. Hay sangre joven que puede revertir este y cualquier
problema. En cualquier institución, depende del personal. Del granito de arena.
“Lo que se
da en lo grande, se da en lo chico”, dijo mi ídolo. Si tomamos a las empresas
como un organismo sujeto a leyes de entornos, nichos y homeostasis, asumimos
entonces que si el Dr. Runzer, el lateral izquierdo, el soprano, la
recepcionista, el regidor, la mitocondria, el monaguillo o cualquier unidad parte/todo funciona bien, probablemente engrane en sistemas que
hagan que oficinas caminen en el sentido correcto, favoreciendo la performance del todo, llamado empresa. (o centro laboral
al que no necesariamente pertenezco)
Hagan
berrinche. Háganse notar innovando. No imiten lo bueno, supérenlo.
Devolvámosle
el lugar alto en el podio a esos buques que están por naufragar.
Hagan
berrinche, demuestren cuál es el problema. Pero
den una solución.
Trolling around:
-Doctor, le llegaron dos memorándums.
-¿Qué dicen?
-En uno le reclaman las múltiples quejas de los
pacientes por la falta de citas, doctor.
-¿Y en el otro?
-No aceptaron contratar más médicos.
Mi vida.
2013. Renegué.